Era un día como cualquiera de intervención.... naaaaaaa, nunca los días de intervención son como cualquiera jajajajajj
Bueno, estábamos en la UCI, habíamos pasado a ver una niña que estaba pasando, lógicamente un momento complicado y habíamos estado también con su familia Pero esta historia es de una pequeña que estaba un poco abatida, llena de máquinas, pero despierta. Nos quedó mirando cuando pasamos, con nuestros alegres trajes de clown, pero entre ella y nosotros había una barrera de prohibición de ingreso que no podíamos sortear, porque uno de los principales cuidados que debemos tener es el respeto por cada restricción que puedan tener las personas hospitalizadas, por su seguridad, la nuestra y la de quiénes visitamos posteriormente.
Pero ella nos vio y de inmediato nos movió la mano y nos sonrió, nosotros nos derretimos de dulzura y nos pusimos frente a ella que estaba en la sala junto a su mamá. Entonces, como no podíamos entrar, se nos ocurrió la idea de armar una bomba, sí, una bomba, pero de besos!!!!, así, armamos en mi mano, chorrocientos miles de besos, se volvió tan grande, tan enorme, tan inmensa, que luego no podía sostenerla sola y el doctor Lápiz, la doctora Milagritos, la doctora Levadura y yo tuvimos que sostenerla entre todos, porque no podíamos dejar de juntar besos en esa bola enorme.
Finalmente, cuando no pudimos seguirla sosteniendo, se la lanzamos con todas nuestras fuerzas, llena de besos y buenos deseos de que Lircarayen se mejorara pronto y se la lanzamos por la habitación desde la puerta. Nuestra bomba o bola de besos viajó, dejando destellos de todos los colores, verde, amarillo, rosado, violeta, rojo, naranjo y otros que todavía no conocíamos y no sabemos ni cómo se llaman, pero eran hermosos y alegres. Todo eso llegó hasta ella, la abrazó y luego se reventó en su carita, dejando una estela de amor, abrazos y besos, entonces ella nos sonrió aún con más entusiasmo.
Para nosotros fue un momento mágico y cuando nos íbamos yendo nos movió la mano para despedirse, nos envió destellos de colores y estrellas para que acompañaran nuestra salida y así salimos de allí llenos de amor y abrazos de ella. Cuando comenzamos a caminar las personas nos miraban asombradas. Nosotros les explicábamos que era la alegría y esperanza que la bella Lircarayen nos había regalado desde su corazón de niña y que eso se veía a través de los colores y estrellas que nos acompañan hasta ahora, para recordarnos lo importante de los pequeños gestos y de lo valiosos que éstos pueden ser, porque hay muchas formas de decirle a quiénes están en el hospital, que estamos con ellos y ellas y que nos llevamos la esperanza de su recuperación en nuestros corazones y nuestras narices de clown, enamorados de la posibilidad de servir a los demás de esta manera.
(dra. Mariposa de Leche Purita)