Era un día de semana típico de visita a la salita de espera del policlínico de oncología pediátrica del módulo A del Hospital Hernán Henriquez Aravena de Temuco. Ahí se reunirían la dra. LoreColores y Chispeza para una mañana de locuras. Algo nada extraño.
Durante el trayecto recibieron una llamada especial. La enfermera jefa de esa unidad las citó a una entrevista. Decían que era muy seria y estricta y comenzaron a temblarles las rodillas de los nervios.
Se pusieron a modo Clown y ahí ya nada les importó. Recorrieron el pasillo cantando y jugando al ritmo de la vaca Lola, esa que tiene cabeza y tiene cola y hace cualquier sonido, menos muuuuuuu jajajajaja...Los niñ@s, padres y personal se unían al juego y derrepente se les cruza en el pasillo la enfermera jefa y las invita a pasar a el box de quimioterapia, dónde ella estaba realizando esos procedimientos.
Ustedes no saben lo difícil que es en el mundo mundial, en Chile y sobretodo en nuestra región obtener la confianza del equipo de salud para poder ser un aporte como payasos hospitalarios en las terapias complementarias. Hay mucho desconocimiento y recelo. Pero ahí estaban y había que tirar toda la carne a la parrilla, bueno, las verduras también porque la doctora Lorecolores es vegetativa 🤷🏻♀️😂
Pidieron permiso para ingresar, como de costumbre, se lavaron muy bien las manos, se presentaron y comenzó primero la entrevista. Inevitablemente comenzaron a intervenir, porque ya estában a modo Clown.
En el box estaba el pequeño Andrés y su papá, y otra niña en su quimioterapia. La enfermera junto a la tens no podían evitar unirse al juego y participar. La doctora Lorecolores se movía al ritmo de los hit infantiles del momento como un trompo. El perro Chocolo y la vaca Lola a todo ritmo. Todos disfrutaban, bueno, todos menos el papá de Andrés, que miraba con desagrado la performance, hasta que no se resistió y reclamó diciendo que su hijo no escuchaba música infantil, solo rancheras y corridos, como se acostumbra en el campo. Las doctoras Clown tenían dos opciones, retirarse con el rabo entre las piernas, o hacer lo que un Clown Hospitalario está entrenado para hacer. Enfrentar la situación como sea. Y así la doctora Chispeza comenzó a tocar rancheras en ukelele, la doctora Lorecolores con el Kazoo y el baile y Andrés miraba a su papá reír y reía con él. La enfermera y tens terminaban su procedimiento pasando las agujas y conexiones desapercibidas y la intervención terminaba entre magia Clown y mucho ritmo.
